Respuesta a Belén Aguilar sobre la figura de Don Pablo Martín Madera, la "subo" al Blog porque, tal vez, pueda interesar a alguien más.
Estimada Belén:
Ruego me disculpe la tardanza en contestarle a su amable solicitud de información del Maestro Pablo Martín Madera.
De manera sucinta le paso a informar, más adelante si lo desea, puedo remitirle mayor información ya que varios acuarelistas, alumnos suyos que fuimos, estamos tratando de recopilar datos.
Pablo Martín Madera, caballero, persona íntegra, amable y cordial. Extraordinario pintor, dibujante y maestro es uno de los máximos representante de la acuarela canaria. Le reconocen ser Maestro de maestros por la cantidad y calidad de sus alumnos...
¿Defectos?: No le gustaba ser el centro de atención, huía de falsos protagonismos... exigente consigo mismo y tolerante con todos los demás...
Nació en 1923 en Las Palmas de Gran Canaria, falleció en su ciudad natal el 02 de junio de 2012. A los 27 años, debido al tratamiento de una meningitis perdió totalmente el sentido del oído. Perteneció a la Agrupación de Acuarelistas Canarios con sede en Tenerife y, posteriormente Presidente de Honor de la Agrupación Canaria de Acuarelistas en Las Palmas de Gran Canaria.
Desde 1952, que presentó sus primeras acuarelas, hasta el año 2012 realizó setenta y tres exposiciones, la mayoría individuales. Debido al respeto que tenía del Arte estimaba que las exposiciones deberían ser espaciadas en el tiempo,,, como mucho dos en el año...Su obra, prolífica hasta prácticamente el día de su muerte.
El 17 de octubre de 2014 la ciudad le dedica una plazoleta, hoy ya bajo el nombre, Pintor Acuarelista Pablo Martín Madera en el Paseo de la Playa de Las Canteras, justo uno de sus paisajes favoritos.
Transcribo a continuación el relato escrito por su gran amigo Sergio Jiménez Castellano en ocasión del primer aniversario de su muerte:
"El viejo Club P.A.L.A -(Peña Ateneo Los Amigos)-, en la Playa de Las Canteras, exactamente donde hoy se levanta el Hotel Reina Isabel, se estremecería hoy al sentirse en cabeza, el primero en la lista, del extenso listado de exposiciones de nuestro extrañado Pablo Martín Madera. Don Pablo, como le llaman sus alumnos, o Pablito como le llamaba, en los años 50, el carpintero de la calle Luis Morote.
Allí en aquél enorme salón polivalente vimos por primera vez su poética de nuestra Playa plasmada en “El Peñón”, “Marea vacía”, “El Charcón”, etc. y muchos de nosotros nos preguntábamos cómo lo hacía, cómo lograba reflejar la magia de aquellas aguas y arenas que envolvieron nuestra juventud; aún más, algunos nos juramentamos para seguir a Pablo como discípulos de su maestría, para siempre.
La entrada trasera del P.A.L.A. era una calle de fina arena, perfumada por el jardín de azucenas de “Villa María”, precisamente donde comprábamos las flores que en Mayo ofrecíamos a la Virgen en el cercano Colegio del Carmen. Por allí veíamos venir a Pablo, con su característico caminar de sabio marinero en tierra (y era solo su afección auditiva del equilibrio).
Por entonces, éramos pobres; la juventud sólo tenia la Playa como centro social, cultural, lúdico y de espectáculos. ¿O no estaba el inolvidable Teatro Hermanos Millares tambien rodeado por las arenas de la Playa de Las Canteras?. Hemos dicho pobres, pero no desventurados ni infortunados.
Allí empezaba Pablo su andadura de inspiración por Las Canteras; pasaba largas horas en solitario, apoyado en aquella baranda compuesta por cuatro palos pintados de verde oscuro. Una veces hacia el Peñón, el “Muro Marrero”, junto a Playa Chica. Otras, hacia el Hospital de San José. Llegué a pasar junto a él viéndole otear la lejanía del mar. Quizá como Tomás Morales, avistando la inquieta serenidad marina. Más tarde, llegaríamos a saber que Van Gogh, el pintor, dijo que cuando sentía una terrible soledad de espíritu salía de noche para pintar las estrellas.
Llegado este punto, vamos a participar del humor de Pablo. Todos sabemos de su eterno sentido del humor, de su necesidad de provocar la sonrisa. De lo contrario, será capaz de enfadarse si seguimos con este discurso panegírico y nos mandaría callar, resucitando para decirnos lo que siempre nos dijo: “Todo llega, todo pasa”. O como dijo, citando a alguien, una vez: “Prefiero vivir un solo día en la Tierra que cien años en la historia”. Y esto fué cuando alguien le sugirió que algun día tendría una calle con su nombre. Quizá haya llegado ese día, pero estamos convencidos de que Pablo Martín Madera no iba a alterar un sólo átomo de su tranquilidad por ello.
Recordamos el noticiario NO-DO, cuando no existía televisión y era el unico medio de información, que pregonó por toda España su exposición en Madrid (con la anécdota de su silente condición en la parodia del peligro de ser atropellado por un automóvil detrás suyo), y que ofreció verle pintar en El Retiro.
Llegado o no el momento de darle recuerdo con un lugar, resulta que sí tenemos bien claro, y ello no admite discusión alguna que como Maestro, ha dejado tras sí –como un luminoso cometa- una mágica estela de seguidores, discipulos y admiradores que todavía hoy mantienen viva la tradición de la acuarela en nuestra tierra. En sus magistrales lecciones quería desvelar los misterios de esta técnica pictórica ciertamente complicada y en muchos casos desconocida por el profano no iniciado. Un día –a nuestros 12 años- me quejaba ante mi padre de que no me daba dinero para comprar el color blanco. La cara de extrañeza de Pablo aún la recuerdo, explicándonos una de las más fascinantes reglas de la ortodoxia de la Acuarela
Pero lo principal, a nuestro juicio, es haberse instituido en colorista juglar de nuestra tierra, de nuestros campos, de nuestras playas, enseñándonos a vivir contemplando los bellos rincones, la belleza escondida de las casas viejas, o el embrujo de esos charcos de playa, tan humildes pero llevados al cuadro casi por sortilegio. El entusiasmo de una excursión a nuestros campos o playas de nuestra isla se transmite con la infantil alegría de quien ve por primera vez un oloroso eucalipto en la carretera, como si de una inspiración divina se tratara.
Hoy, lo más parecido que tenemos a una certeza es que Pablo nos enriqueció; sus cuadros dignifican y enaltecen nuestros rincones, nos enseñan nuestro entorno como algo que está ahí como un regalo que nos hizo un gran hombre, del Cielo, para disfrute de quienes transitamos por esta Playa, por estos lugares. Su mundo de silencios creó un especial vínculo de comunicación en que bastaba la mirada para entenderse. Nunca le olvidaremos.
Y es por ello que muchos de los que nos consideramos sus amigos hemos querido sumarmos al merecido señalamiento de un lugar con su nombre.
Junio, 2013
Sergio Jiménez Castellano – Arquitecto
Asociación Canaria de Acuarelistas"
A continuación algunos escritos de hace años sobre él.
Saludos, Miguel Fco. De Luis
Últimos comentarios